XIII Edición

Curso 2016 - 2017

Alejandro Quintana

Prejuicios 

Pedro Osorio de Rebellón, 15 años  

             Colegio El Prado (Madrid)  

Tengo claro a qué tipo de persona no me gustaría encontrarme en un callejón solitario. No me refiero a alguien en concreto, con nombre y apellidos, sino a cierta gente con ciertas apariencias. Y supongo que no soy una excepción, que si preguntara en mi entorno y por la calle sobre la clase de gente con la que no quisieran toparse en un callejón oscuro, unos y otros darían rienda suelta a sus prejuicios, algunos de ellos basados en la propia mala experiencia y otros mediatizados por historias y películas.

Hace unos días me iba acercando a la boca del metro. En las escaleras me fijé en la persona que tenía al lado: medía un metro ochenta, portaba una tripa cervecera, tenía el pelo largo y grasiento y algunas canas, así como una fina perilla que era el único indicio que mostraba la división de la barbilla y la papada. Vestía con una camiseta negra de Sons of Anarchy, unos pantalones pirata con muchos bolsillos y unas Adidas. En ese momento hubo algo que me indicó que debía agarrar muy fuerte mi cartera, y así lo hice.

Después de bajar las escaleras, cogió un paso más rápido que el mío. Así pude observar que andaba echado hacia adelante, con un exagerado movimiento de piernas al dar cada zancada, mientras miraba a todos lados. Supuse que intentaba localizar las cámaras de seguridad, para que los guardas no pudieran verle. A medida que se acercaba al torno empezó a trotar; parecía que iba a saltar el torno del metro. Entonces se fijó en un mendigo que estaba al lado de un cartel de publicidad. Temí que fuera a pegar a aquel pobre hombre, pero se metió la mano en el bolsillo, sacó la cartera y le entregó varias monedas. Después posó la misma cartera sobre el escáner del torno y siguió su camino hacia la línea 7.

Pensé en lo prejuicioso que había sido con esa persona, que me acababa de dar una lección de generosidad. Esta experiencia me dio mucho en qué pensar durante el trayecto. Recordé otras historias que me habían contado acerca de los prejuicios. Y seguro que no soy el único al que le ha pasado algo parecido.