VII Edición

Curso 2010 - 2011

Alejandro Quintana

Principio y fin

Álvaro Bravo, 17 años

                 Colegio Mulhacén (Granada)  

Continúa subiendo la temperatura y los efectos que produce en sus cuerpos son devastadores. Algunas imágenes en derredor comienzan a difuminarse y el cerebro de los muchachos parece ir derritiéndose poco a poco. Se diría que se encuentran afectados por un potente narcótico. Sus manos adquieren extraños poderes y alteran el estado del papel, reblandeciéndolo. La tinta ya no quiere salir de su compartimento, cansada de fluir. Las palabras son vanas, intraducibles, pero todas albergan cierto sentido común.

Es un día a mediados del mes de junio. Todos permanecen empotrados en su lugar de trabajo, aguardando el final. El último minuto se torna silencioso. Algunos observan embobados los segundos en sus relojes y otros, sencillamente, simulan un estado contemplativo, absortos en sus pensamientos. El momento es único, porque cada año expresa un sentimiento distinto. En un instante traspasarán una invisible línea y todo lo duro será agua pasada. No, quizá no sea esta la expresión adecuada. En realidad, la densa espiral de memorias pasará a formar parte intrínseca de sus recuerdos y surgirán personas nuevas en un pestañear.

Discurren ante sus ojos amigos, enemigos, éxitos, frustraciones, amores, desengaños, temores, ambiciones… Convergen para fundirse en una sola sensación indescriptible incluso para aquellos con vasta experiencia. El timbre zumba en sus oídos, dando luz verde a la exaltación. Sus mentes se reciclan, dejando espacio a una nueva etapa, llena de imaginación y diversión.

El profesor intenta pronunciar unas últimas palabras en forma de despedida, pero es inútil. Ellos ya han pasado página. El que ha sido su mentor durante un curso entero ya no posee influencia sobre ellos, que se arremolinan contra la puerta y abandonan el aula, uno tras otro.

Han llegado las vacaciones de verano.