XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

Prisas y detalles 

Carla Juan Pujol, 16 años

Colegio La Vall (Barcelona)

Las luces navideñas colgaban de árbol en árbol por Gran Vía, entre el aroma a churros y chocolate caliente. Los coches pitaban en mitad de un atasco y la multitud paseaba frente a los escaparates con bolsas de papel-cartón repletas de regalos.

Mi madre me miró con gesto extrañado, algo habitual porque siempre que me encuentro ante un semáforo en rojo, me quedo a la espera. ¿Acaso hemos vuelto el mundo del revés y es un delito cumplir las normas del peatón? Pues aunque lo sea, me siento rebelde cuando voy contracorriente a lo que hacen los demás. Aunque reciba los empujones de la gente, me quedo firme, con los pies clavados en la acera. 

A veces siento que se me ha agotado la paciencia, porque vivimos en un tiempo en el que “esperar” es un verbo que no entra en nuestros conceptos ni en nuestros relojes. No queremos perder ni un segundo; lo consideramos esencial para hacer cosas. ¿Qué cosas?... Ni siquiera lo sabemos; ni siquiera nos importa.

La prisa nos impide ver más allá y, por lo tanto, descubrir cuáles son nuestros sueños, esa luz que solo pertenece a cada uno de nosotros y nos hace brillar para ser faros en medio de la oscuridad. Por otro lado, ¿para qué correr si somos torpes y caemos como niños pequeños que necesitan aprender a caminar? 

No quiero que el mundo pare, sino que las personas demos un paso y después otro, y que aprendamos a mirarnos y a fijarnos en los pequeños detalles: las luces navideñas que colgaban de árbol en árbol por Gran Vía, entre el aroma a churros y chocolate caliente. Los coches pitaban en mitad de un atasco y la multitud paseaba frente a los escaparates con bolsas de papel-cartón repletas de regalos.