XIII Edición
Curso 2016 - 2017
Qué difícil ser adolescente
Álvaro Salgado, 16 años
Colegio Altair
Sentado en la barra de un bar, sin nada mejor que hacer, Javier esperaba a que le sirvieran el almuerzo. Era el día de Andalucía, no laborable, por lo que la gente se había echado a la calle a festejarlo. Del bar —que, por cierto, estaba lleno— retumbaban muchas conversaciones entre amigos o vecinos.
Tras haber comido una hamburguesa que, por la pinta que tenía, le pareció una obra de un arquitecto de vanguardia que hubiera edificado semejante mezcla de pan, carne y ensalada, comenzó a charlar con los amigos de su padre. Le preguntaron por los estudios, por los deportes que practicaba y otras cuestiones con las que los adultos tratan de entablar una mínima relación con un adolescente. A pesar de los consejos, Javier sabía que seguiría actuando y pensando a su manera.
La conversación quedó interrumpida por la llegada de una hermosa joven. Javier, a pesar de que pretendía dar seguimiento a los comentarios de los amigos de su padre, estaba pendiente de ella. Lástima que él no se tuviera en alta estima (físicamente hablando), lo que le hacía pensar que la muchacha no se fijaría en él.
Después de pasarse varios minutos cabizbajo, levantó la mirada y vio que la joven lo estaba observando. Se puso nervioso hasta que, pasados unos momentos, recuperó la calma y su corazón volvió a latir con tranquilidad.
Empezaron a mirarse mutuamente. Javier creyó que nunca se le iba a presentar una oportunidad como aquella. Además, tarde o temprano la chica se marcharía del bar. Así que ideó un plan: anotaría en una servilleta su número de teléfono y se la daría al camarero que, por cierto, era uno de los amigos de su padre, para que la introdujera sutilmente en el bolso de la chica, que descansaba sobre la barra.
Pero mientras Javier cogía la servilleta, la muchacha se dio la vuelta, resuelta a salir por la puerta del bar. Al percatarse, el chico fue a ponerse en pie para correr detrás de ella, pero una extraña fuerza se lo impidió, paralizando su cuerpo.
«Qué difícil es ser adolescente», pensó lleno de rabia.