VII Edición

Curso 2010 - 2011

Alejandro Quintana

Qué, ¿nos vamos de botellón?

Luis Meneu, 15 años

                 Colegio IALE (Valencia)  

Demasiados jóvenes ya no encuentran diversión en otra cosa que no sea salir de fiesta con sus amigos para beber sin control. Según las encuestas, la mayor parte de los estudiantes de ESO y Bachillerato se han emborrachado alguna vez. Además, la mayoría ha vuelto a caer.

Además de ser una práctica ilegal, pues no se puede consumir alcohol hasta la mayoría de edad (que, recuerdo, es a los dieciocho años), emborracharse es poco ético. Entre otras cosas, porque beber sin responsabilidad lleva a cometer estupideces y actuar sin pensar en las consecuencias, lo que perjudica tanto al que bebe como a los que están a su alrededor. Estoy seguro de que los que abusan del alcohol no saben que pueden sufrir daños irreversibles en el cerebro o cambios de conducta repentinos, reducción de la actividad intelectual y también daños físicos, como cáncer de hígado ,cirrosis, coma etílico e, incluso, parada cardio-respiratoria.

Muchos jóvenes dicen que “me divierte mucho beber, cogerme mi puntito...”, mientras otros se justifican porque beben “para no sentirme apartado del grupo”.

Algunos conocidos, menores de edad como yo, me han contado muchas anécdotas sobre sus intentos fracasados a la hora de entrar en las discotecas. Así que tenían que conformarse con ir a las “light”, donde no se sirve alcohol y, por tanto, según ellos, no hay diversión alguna. También me confesaron otros amigos que por no moderarse bebiendo, habían adoptado un comportamiento agresivo, casi demencial.

No hace falta el alcohol para pasar un buen rato, y menos si te encuentras rodeado de amigos. Es mucho más gratificante pasar una tarde con ellos e ir al cine, hacer deporte, organizar torneos de aquello que se os ocurra... Lo importante son las ganas de pasarlo bien.