XVIII Edición
Curso 2021 - 2022
¿Qué zapatos me pongo?
Carlos Melgosa, 14 años
Colegio El Prado (Madrid)
Me gusta llevar los zapatos correspondientes a cada actividad que voy a realizar. Si al colegio asisto con los mocasines azul marino del uniforme, no me veo capaz de jugar al balompié con unas zapatillas de baloncesto. Por eso, lo reconozco, me irrita ver que mi rival en el tenis juega con las zapatillas de correr. Será que hace años mi madre me metió en la bolsa de deporte unas zapatillas de tenis para una prueba de atletismo, y que por aquel pequeño error no pude acceder al equipo.
Soy un maniático con este tema, pero tengo experimentado que con el calzado oportuno se previenen lesiones en la práctica de cada deporte. Por otro lado, si acudir a una comunión con unos tacos de fútbol resultaría ridículo, también lo es presentarse en la oficina luciendo unas chancletas. Se trata de llevar en cada lugar el calzado apropiado. Puede que sea un inconveniente cuando salimos de viaje, porque parece lógico que uno no pueda cargar con diez pares diferentes de calzado.
Todo guarda su lógica. A alguien que va a realizar una presentación en su trabajo no se le pasa por la cabeza acudir con unas botas de montaña, porque dañaría su imagen y prestigio profesional. Por motivos parecidos, quien está en un andamio no se pasea por esas alturas con zapatos de tacón; necesita un calzado seguro para evitar el riesgo de caerse. ¡Se está jugando la vida!
De todas formas, te puedes llevar una desagradable sorpresa incluso con el zapato adecuado. Hace dos años fui a esquiar con mi familia. Mi padre se puso sus preciadas botas de esquí, que cuidaba con esmero desde hacía veinte años cuando, en el descenso de una pista, le empezaron a saltar por los aires las ataduras. Las botas se le estaban deshaciendo y tuvo que bajar con una sola pierna. Y después, alquilarse unas nuevas. Por eso, además de llevar los zapatos adecuados hay que cuidarlos y limpiarnos, vigilar que estén en condiciones óptimas para realizar la actividad correspondiente y retirarlos a tiempo.
Para que se les pueda sacar provecho al calzado, no es bueno ahorrar en demasía, pues como dice mi madre: <<Lo barato es dos veces caro>>.