VIII Edición

Curso 2011 - 2012

Alejandro Quintana

Quién es quién

Patricia Montilla, 17 años

                   Colegio Zalima (Córdoba)  

Me he pasado toda la vida viajando. Mis padres eran arqueólogos y yo era como algo indispensable en la maleta.

Tenía aprendido no molestar en sus investigaciones, por lo que pasaba las horas en mis propias investigaciones. Por ejemplo el año en África, justo después de desayunar iba al poblado y con Mamatulu pasaba todas mis mañanas. Mamatulu era como mi maestra, con ella fui capaz de ver más allá de la apariencia. Según ella no se trataba de magia sino de concentración y, sobre todo, de hacer lo que pocos hacen: detenerse, olvidar los problemas y unirse a la naturaleza.

Gracias a esas clases llegué a conocer mejor a las personas, lo que no es poco.

Cuando pasamos el mes de octubre en Argentina o las navidades en Nueva York, me sentaba en los parques después de jugar, unas veces solo y otras acompañado, allí en el banco veía pasar a las personas.

Y ya ves, a mis sesenta años aún sigo sentándome en el banco, aunque ahora no viajo y acudo al parque que hace esquina con mi casa. Mi mente ya no es lo que era, pero aún observo a los cientos de personas que pasan por ahí.

Lo normal es que vea niños pequeños jugando o la gente trajeada que sale de las oficinas. Cuando llueve, mi nieta Clara se pone sus botas naranja de agua. Es capaz de pasarse las tardes enteras de charco en charco, buscando -como ella los llama- “bichillos”.

Yo, mientras, me doy cuenta de que acaba de pasar un héroe, un bombero que salvó a una anciana hace dos días…¡Qué gusto que aún queden personas así!

El otro día, en el parque, había cuatro muchachos. Lo curioso fue que solo uno se levantó para ayudar a un anciano que estaba cruzando la calle. Me da lástima que la gente siempre lleve encima sus problemas y se olviden del exterior. ¡Cuánto se pierden!.

Lo peor fue el domingo: una chica de unos quince años, iba hablando con una de esas dichosas blackberry. Llevaba los auriculares puestos e iba tan a lo suyo de que no se dio cuenta de que un compañero de su clase la saludaba enamorado.

Por eso me voy a dedicar a transmitir a mi nieta Clara lo que Mamatulu me enseñó: el juego interior de quien es quien. Es una niña tan lista que pronto me ganará. Me recuerda cuando yo era joven y dejé mis problemas atrás para no tener prejuicios sobre nadie y aceptar a las personas tal y como son.