XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Resucitar el tiempo

Sandra Castro, 15 años

                 Colegio La Vall (Barcelona)  

Antonio llevaba años intentando descubrir cómo resucitar el tiempo. Era un hombre meticuloso y constante; cuando se proponía algo en su trabajo, no se quitaba las gafas hasta ver la mejor manera de realizarlo.

Esta vez su objetivo era más complicado que de costumbre. Llevaba dos años rumiándolo en su cabeza y sólo había encontrado vagas soluciones que apenas podían dar resultado.

Hizo viajes y habló con viejos locos que se hacían llamar científicos, pero en ninguno de ellos encontró ayuda para su investigación. Es más, se habían limitado a negar con la cabeza y a dejarle con la palabra en la boca. Decían que lo que pretendía era imposible, a pesar de que Antonio les insistía en que aquel afán le carcomía las entrañas.

No sabían que años atrás, después de vender la patente de uno de sus productos, Antonio se obsesionó con la fama y el dinero, de tal manera que dejó de atender a su prometida y se olvidó de su familia. Perdió lo más valioso en su vida, el amor, pero se había convencido de que fortuna y fama era lo único que necesitaba para ser feliz, y que lo demás le llegaría mejor cuanto más grande fuese su éxito.

Desgraciadamente, no fue así. Tras quebrar su empresa pocos años después de fundarla, Antonio se sumió en una profunda tristeza. Buscó consuelo en la bebida y en mujeres pasajeras. Poco quedaba ya del dinero del que un día disfrutó. Su familia y sus amistades habían desaparecido, pero su orgullo no le permitía pedir perdón a los que echó a patadas de su vida. Por eso mismo decidió que buscaría el modo de resucitar el tiempo, para recuperar los días perdidos. Si el presente moría constantemente, ¿por qué no iba a poder resucitarlo? Pero su búsqueda estaba convirtiéndose en un callejón sin salida.

Un día, caminando por Barcelona enfundado en una gabardina, halló un papel en el suelo que le llamó la atención. En él aparecía la fotografía de un anciano que le sacaba la lengua. Bajo la imagen podía leerse:

<<Todo el mundo sabe cómo matar el tiempo, pero nadie cómo resucitarlo>>.

Albert Einstein

La mirada burlona e inteligente de aquel personaje hizo que Antonio se diera cuenta de lo que tenía que hacer.