XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Ruido o silencio

Gema María Rodríguez, 16 años

                 Colegio Pineda (Barcelona)  

A veces no es fácil elegir entre ruido o silencio.

Después de la Misa de Gloria de Raquel, una niña que murió con sólo tres días de vida, comprendí que en la vida hay que elegir.

Muchos de los amigos de la familia optaron por no aparecer en la iglesia (<<Para qué vamos a sufrir>>). Otros, sin embargo, lloraron al darles un abrazo a los padres, pero salieron del templo decididos a "no pensar más" en aquella desgracia. Y los hubo que dijeron que había que llorar entonces, después de la Misa, pero que un minuto después era necesario decidirse por "pasar página".

Una de mis amigas, sin embargo, estuvo, lloró y acompañó a la los padres desde su impotencia, desde su silencio, pero también desde su esperanza: <<Volverás a abrazarla>>, le dijo a la madre.

Nada estuvo más a la altura del corazón de ese matrimonio que la compañía y el consuelo mi amiga.

La vida es una elección: enfrentarse a sus circunstancias o huir. Y hay que elegir.

Reconozcamos que el silencio es incómodo; te deja sin argumentos ante lo que ha sucedido, ante aquello que tienes delante en contra de tu voluntad porque la situación te supera, te sorprende de repente y te deja con la boca abierta, sin saber qué decir, cómo reaccionar porque te ha encontrado desprevenido.

Hay que elegir entre levantar la mirada para afrontar la situación o huir.

El ruido acalla, distrae, duerme, disfraza, entretiene, hace que no pienses en lo que te sucede… Es así de cómodo, pues nos ayuda a no tener que pensar. El silencio, en cambio es valiente y atrevido porque te pone en evidencia: te deja vacío de respuestas mientras el ruido intenta camuflarlas. El silencio duele porque manifiesta la desproporción entre tu dolor y lo que puedes hacer para paliarlo, entre tu necesidad y tu capacidad.

Ruido o silencio. Esta es muchas veces la elección.