XX Edición

Ruido por dentro 

Andrea de Meer, 15 años

Colegio María Teresa (Madrid)

Últimamente hay mucho silencio. Pero no en nuestra mente ni en el alma, si no en nuestro entorno. En los trenes, en los autobuses, en el metro, en el médico… Este silencio ambiental de cuando en cuando lo interrumpe alguien que rompe a hablar, o una persona mayor que no sabe cómo bajar el volumen de su teléfono. Tengo la impresión de que nos hemos olvidado de cómo hablar, de cómo relacionarnos y de la manera de comenzar una conversación.

Es curioso, porque lo que resulta desconcertante es, a su vez, positivo en algunos aspectos. Un ejemplo: cuando nos quitamos los cascos para escuchar el silencio que nos rodea, descubrimos que es una necesidad que ansía nuestra alma. 

Es divertido considerar que, con lo ruidosos y llenos de vida que somos los humanos, y sobre todo los españoles, de pronto caigamos en este silencio hechizador, que parece romperse con la risa y el llanto de los niños, un mutismo contagioso que nos anima a susurrar para no molestar a quienes tenemos cerca, lo que ayuda a que seamos más respetuosos los unos con los otros.

El problema es que ese silencio está fuera de nosotros y no dentro, allí donde nos ayudaría a crecer.