XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

Saboreemos la vida 

Pau Cortés, 17 años

Colegio IALE (Valencia)

Vivimos en un tiempo sobrecargado de estímulos. Nos hemos convertido en esclavos de la inmediatez y de la satisfacción instantánea de nuestros placeres. Lo podemos comprobar en el éxito de “TikTok”, que nos muestra consecutivamente vídeos de muy corta duración. La mayoría de los adolescentes hemos convertido esta red en una parte fundamental de cada día. Sin embargo, ese río de información constante nos impide poner la atención en los elementos que cimientan nuestra existencia. Por ejemplo, detenernos a observar el mundo, reflexionar acerca de a qué tipo de persona queremos parecernos, establecer nuestras prioridades o disfrutar de una tarde de parchís con nuestros abuelos. Por todo esto nuestra generación apenas aprecia las cosas pequeñas. 

Estamos acostumbrados a caminar con la cabeza agachada, sosteniendo los ojos en la pantalla del móvil. Si durante la conversación con un amigo que necesita de nuestro consejo nos llega una notificación, no deberíamos dirigir la atención a ese señuelo sonoro y luminoso, pues lo importante no tiene por qué coincidir con lo urgente. Y en esa situación lo único importante es la necesidad de nuestro amigo de que le escuchemos y comprendamos, aunque lo urgente puede que sea la notificación. Por eso, si la consultamos de inmediato tendremos equivocada la prioridad de las cosas, lo que nos impedirá conocer las necesidades de nuestros seres queridos y terminaremos por no saber mirarles a los ojos para entender la situación por la que están pasando

Fui con un amigo a un concierto. Ambos estábamos ansiosos por disfrutar de nuestro artista favorito. Sin embargo, la aglomeración de brazos levantados que portaban teléfonos móviles para grabar el escenario, nos impidió vivir aquella experiencia como lo merecía. Por otro lado, estuvo el público tan pendiente a la filmación, que seguro apenas disfrutaron del espectáculo. Por eso deberíamos dejar de ver el mundo a través de una lente, y disfrutarlo con todos los sentidos. Al apreciar la vida sin filtros, hallaremos la plenitud absoluta de la realidad.