XX Edición
Curso 2023 - 2024
Seat ha muerto
Mateo Vázquez, 14 años
Colegio El Prado (Madrid)
Los ojos de mi padre no emitían luz, como si fuesen dos estrellas apagadas. Su mirada se perdía en el plato y su boca se limitaba a masticar los alimentos. Hacia la mitad de la cena, mi madre le pidió que le dijera qué le disgustaba. De pronto, como si hubiese estado esperando aquella pregunta toda una vida, comenzó a hablarnos de su historia al volante.
Nos contó que aprobó el carnet de conducir en un Seat 600; que la primera multa se la pusieron a los mandos del Seat 127 de su padre, al poco de sacarse la licencia. Habló de los policías municipales, a los que no recordaba con mucho agrado, así como de su primer viaje y de su primer golpe, ambos protagonizados con un Seat Ibiza.
–Pero –concluyó–, todo pasa en esta vida.
Aquel final melancólico se debía a que, aquella mañana, había leído en el periódico que Seat dejaba de fabricar automóviles.
Dice el refrán que cuando una puerta se cierra, otra se abre. En este caso, la puerta es automática, con luces LED y elaborada con plásticos de poca calidad. Así se entiende que enseguida empiece a ofrecer malos resultados. Es el problema de los automóviles de ahora, pensados para usar y tirar, y que vienen a sustituir a los coches bien hechos .
Nos han conquistado los turismos chinos, los muebles de Ikea, la ropa de Primark… que nos enamoran veinticuatro horas, pero en menos de una semana nos nacen las ganas de darles la carta de divorcio.
Mi padre repitió:
–Todo pasa en esta vida.
Esa noche tuve la convicción de que estábamos celebrando un funeral a las cosas bien hechas.