XIII Edición

Curso 2016 - 2017

Alejandro Quintana

Secretos bajo tierra

María Rodríguez Cartón, 15 años

                Colegio Orvalle (Madrid)  

Bajo la apacible noche caminaba a un paso rítmico, pero sin prisa. Dejó atrás a los oficiales, que fumaban mientras hacían guardia a la entrada del pueblo. Durante el trayecto mantuvo la mirada fija en el suelo, las manos en los bolsillos y el espíritu ausente. Atravesó varias calles, girando esquina tras esquina, sin dudas y con el acierto de quien conocía el rumbo.

Llegó a una casa cercana a un granero, llamó a la puerta y apareció una persona que salió a la calle. Se saludaron, cerraron la puerta y hablaron en el porche. Su conversación consistió en breves palabras. Seguidamente se encaminaron hacia el granero.

Ninguno de los dos dijo nada, solo ejecutaron el plan que llevaban esperando cumplir desde hacía tiempo. Al entrar en aquel depósito encendieron una pequeña linterna para poder arrastrar una carretilla y coger una pala. Avanzaron hacia el almacén que había en la parte trasera. Allí tomaron un saco en el que metieron el objeto clave para su misión. Después, con cuidado, lo depositaron en la carretilla y volvieron sobre sus pasos.

Bajo las estrellas se dirigieron hacia una playa, cuya orilla estaba llena de algas. Aprovechando que no había nadie y que la oscuridad les servía de envoltorio, descendieron por la arena y se sentaron a contemplar el reflejo de la luna sobre el mar. Al rato intercambiaron las miradas y se pusieron manos a la obra. Comenzaron a cavar un hoyo en una zona resguardada. No fue difícil apartar la arena, que era fina y blanda. Cuando el hoyo tuvo una buena profundidad, depositaron en su interior el saco. Entre los dos taparon el agujero. Sus caras expresaron satisfacción.

Observaron el lugar escogido para recordarlo y se fueron.

No sería hasta que pasaran muchos años que regresarían para recuperar las memorias de la infancia que con tanta ilusión enterraron, para poder rememorarlas una vez que hubieran sobrevivido a la guerra.