VIII Edición

Curso 2011 - 2012

Alejandro Quintana

Si fuera especial

Marta Ramírez, 15 años

                  Colegio Pineda (Barcelona)  

Estoy en mi cuarto, tirada en la cama, harta de escuchar los comentarios de mis padres.

Quiero relajarme, dejar de lado esta presión que me persigue y nunca se separa de mí.

La música es el único recurso al que se me ocurre acceder en este momento. Pero…, ahí sigue: todas las canciones que escucho me hacen recordar mis problemas. Seguro que los compositores las escriben en momentos de tristeza y soledad.

Llego a la conclusión de que es mejor centrarme afrontar mis problemas. Si se los contara a alguien, me diría que son una tontería. Es probable, pero son mis verdaderas preocupaciones, qué le voy ha hacer. Estoy harta de oír a mi abuela: “En mis tiempos teníamos mucho menos y éramos más felices.” O, “menuda bobada. Tú no has vivido lo que yo he vivido, que a tu edad ya estaba trabajando”.

Lo que mi abuela no sabe es que es muy difícil ser la hermana de un chico perfecto, de un chico ejemplar, es decir, del hombre que representa la perfección personificada.

Mi hermano es alto y delgado, de ojos oscuros y pelo rizado y negro. Su intelecto, superior al de la media de los chicos de su edad, me deja por los suelos. Además de estudiar, tiene un trabajo con el que gana lo suficiente como para no pedir dinero a mis padres. Al tiempo que hace su carrera, participa en un curso de escritura creativa en el que sus relatos no pasan desapercibidos.

No es de extrañar que con esta maravilla en casa me sienta desplazada. Puede que yo sea una persona formidable, pero no puedo descubrirlo al lado de semejante perfección.

Lo único que me hace sonreír y seguir con mi vida, es pensar en él, despertar en mí la misma ambición por llegar algún día a ser más aplicada. Es lo que me hace que ahora coja el ordenador y aproveche este momento para redactar mis sentimientos.

Gracias hermanito.