VII Edición

Curso 2010 - 2011

Alejandro Quintana

Viva la alternativa

Jon Asier Bárcena, 16 años

                Colegio Vizcaya (Bilbao)  

Conseguir una medalla de oro en la Olimpiada Matemática, formar un exitoso grupo de música, que nuestros escritos tengan voz, concluir la elaboración de una novela, influir en nuestra región, trabajar en investigación científica, jugar al fútbol en la división de bronce, saber, conocer… son mis sueños y los de mis compañeros.

Los sueños, en contra de lo que dice el texto teatral, no son sólo sueños sino ideas, directrices, esperanzas, posibles realidades, lo que no es la ilusión de un joven utópico sino la clave del éxito. El que Llorente sea un gran futbolista y Newton fuera un gran científico, se debe a que alguna vez soñaron con ello.

Sin embargo, los sueños no se materializan solos. Hacen falta unas determinadas condiciones. Para comenzar, hace falta soñar. Creer que todo el mundo posee ilusiones es un error: ¡Cuántas personas vagan por la vida sin expectativas de cambio! A los soñadores sólo nos resta animarles, recordarles sus viejas esperanzas o intentar generarles nuevos deseos.

Para continuar, uno ha de ser realista con su talento y no emular al vecino. Un claro ejemplo es la cantidad de jóvenes que esperan vivir del fútbol, incluso cuando con 16 años sólo participan en la liga de su pueblo o de su barrio. Tal vez el error resida en el excesivo ímpetu que ponen los padres en que su hijo se convierta en deportista de élite. Uno ha de ser consciente tanto de su talento como de si la aspiración está dentro de sus posibilidades. Lo mejor para despejar la incógnita es, no obstante, experimentar intentando llegar a la meta con un toque de optimismo.

Para finalizar, hace falta esfuerzo, tiempo y determinación. Es indudable que en verano uno puede deleitarse por el día en la playa y por la noche de fiesta en fiesta. Sin embargo, conviene invertir algo de tiempo en los proyectos personales. Si bien es cierto que la mente y el cuerpo necesitan reposo, existe el descanso activo, es decir, trabajar cuatro o cinco horas diarias y relajarse el resto. De hecho, el descanso no debe ser una hibernación mental sino estar exento de responsabilidades.

El mundo es de aquellos con coraje para tener sus propios sueños, de los que los seleccionan y se dedican a su cumplimiento con constancia.