IV Edición

Curso 2007 - 2008

Alejandro Quintana

Sufrir por amor

Suyay Chiappino, 15 años

                       Colegio Guaydil (Las Palmas)  

-¡No irás a esa fiesta! Y no se discute más -finalizó su madre sin dejarle opción a réplica.

Tatiana sintió exasperación. No podía creerse una realidad tan contraria a sus deseos. Se sintió impotente y desarmada. Las lágrimas de rabia pugnaban a formar un torrente. Estaba indignada.

Ante la perspectiva de no poder rebatir aquella decisión final, muchos pensamientos confusos y sentimientos devoradores se agolparon en su alma. El sabor amargo de lo que juzgaba una injusticia resecaba su boca. Sus músculos estaban tensos, como si fuera a echarse a correr.

Cuando se quedó sola desahogó la frustración en un llanto. Después tomó una ducha fría. Aunque no quería darle más vueltas a la situación no podía dejar de rumiar las palabras de su madre. Horas más tarde, en la cama, volvió a preguntarse el por qué de aquella determinación, la razón de la agria negativa. Mantenía una buena comunicación con su madre, sabía que la escuchaba, que la comprendía, que la quería...¿Aquel “no” era, entonces, por su bien? Reflexionó sobre esta posibilidad, aun sintiendo el dolor que escapaba de la herida reciente.

Imaginó el sufrimiento de su madre al ver el que le provocaba a su propia hija. Fue entonces cuando unas ácidas lágrimas quemaron su corazón. Se removió inquieta en la cama y se incorporó varias veces hasta que tomó una resolución: prendió la luz, acomodó sus ideas y comenzó a redactarlas:

“ - ¡No irás a esa fiesta! Y no se discute más...”

Detuvo el lápiz antes de finalizar. Caviló si redactar el motivo que la había desvelado, darse cuenta de cuánto se querían las dos.