XIII Edición
Curso 2016 - 2017
Tentar a la suerte
Juan Morillas, 16 años
Colegio El Vedat (Valencia)
Tuve un sueño. Me encontraba en un hospital. Subí a la azotea y me topé con un hombre adulto, de unos cuarenta años, que no era un médico ni enfermero, sino un paciente, con el que entablé una conversación.
Todo comenzó cuando se sacó un cigarrillo del bolsillo. Le pregunté por qué estaba fumando, si estaba enfermo y en el hospital. Y me contestó lo siguiente:
—Fumo, ¿y qué? Puede que tenga más posibilidades de tener cáncer, pero también compro todos los días papeletas de lotería y nunca me ha tocado el gordo. Es decir, juego a la suerte. A la del bien y a la del mal. Juego a ambas y al final será la suerte quien decida si gano o pierdo.
Se calló un momento y como si yo no estuviera, se dijo a sí mismo:
—Juan, has tenido la suerte de nacer en una buena familia, bajo un buen techo y con las ventajas del siglo XXI en un país desarrollado. Y me dices que con la fortuna que has tenido en tu vida, ahora será la suerte la que decida cómo vas a vivirla.
Hizo otro parón y siguió su monólogo:
—Pues no; me niego. Nada de comprar más papeletas de ningún tipo: ni las de la lotería ni las del cáncer. La suerte ya me ha regalado demasiado y no voy a permitir ahora que me lo quite. No debe ser la suerte quien decida sobre tu vida después de que ella ha escrito el comienzo. Has de ser tú quien se la gane con sudor, trabajo y esfuerzo. La suerte ya ha decidido demasiado sobre ti. Ahora es tu turno; tu vida.
Le pregunté:
—¿Es usted consciente de que tiene cáncer, verdad? Es decir, que le ha tocado la mala suerte.
—También me ha tocado la buena suerte. Por eso estoy en un hospital.
Me fijé en su cigarro: no le había dado ni tan siquiera una calada desde que nos habíamos encontrado, y eso que le había visto encenderlo. Así que pensé que quizás no lo había prendido para fumárselo, sino para recordar el pasado en el que fumaba pero no tenía cáncer, y así entablar un soliloquio sobre dejar de fumar y dejar de comprar lotería. Sin embargo estábamos en el presente, y ambas suertes le habían tocado.