XVIII Edición
Curso 2021 - 2022
Tolerancia
Pablo Vidal, 16 años
Colegio Tabladilla (Sevilla)
El 11 de julio de 2010, en Johanesburgo, la selección nacional se convirtió en campeona de mundial de fútbol por primera y única vez (hasta el momento). Aquella alegría nos unió a los españoles alrededor de la victoria, algo sin precedentes. Es la magia que tiene el fútbol, capaz de poner en tensión al más sereno, de juntar a quienes tienen ideologías contrarias y de que compartamos la alegría por algo aparentemente trivial. Todo esto lo convierte en el deporte rey.
Aquella copa del mundo nos unió cuando España sufría una tesitura muy complicada. Todavia coleaba la crisis de 2008, con su altísima tasa de paro, las colas del hambre, los desahucios y embargos, etc.. Pese a todo, en el minuto ciento dieciséis del partido, a las once menos dos minutos de la noche, los españoles saltamos de nuestras butacas para llorar de felicidad. ¿No sería posible continuar así de unidos pese a nuestras diferencias?
Estamos cada día más polarizados. Calificamos a los ciudadanos entre buenos y malos. Los jóvenes, víctimas de la ignorancia y la radicalización, hacemos juicios con los que repitimos como papagayos lo que hemos oído a nuestros padres, al político de turno o al influencer que domina internet. Y no sólo respecto a la política, sino a todo tema de actualidad o, incluso, a gustos y preferencias.
Hemos utilizado tantas veces la palabra “tolerancia”, que hemos olvidado su significado, porque tolerancia es respetar al otro, aunque piense y obre de manera distinta. Escuchar no solo reside en oír las palabras que otros emiten, sino en entender lo que nos quieren contar, sin prejuicios ni sesgos que limitan nuestra capacidad de razonar. Olvidamos que en un país convivimos personas distintas, así que deberíamos ser capaces de llevarnos bien con aquellos que nos resultan diferentes. La ideología no hace necesariamente mala o buena a la persona. Por eso, el mejor país, comunidad, región, provincia, pueblo o, incluso, bloque de vecinos es aquel donde sus integrantes se respetan a pesar de sus diferencias.
Si aplicáramos este comportamiento a las discusiones sobre distintos temas, nos uniríamos incluso a aquellos con la que estamos en desacuerdo. Podríamos aprender de ellos y viceversa. De esta forma, todos los rincones de España volverían a sentirse como aquel 11 de julio de 2010.