XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Un beso sobre la lona

Eva Silva, 14 años

                 Colegio Pineda (Barcelona)  

Anastasiya Vólkova, de niña, empachada de sueños olímpicos, salía al tapiz y, domeñando los nervios, conseguía salir airosa.

Desde lejos conmovía la fragilidad de su cuerpo, esculpido por años de entrenamiento. Ira se había propuesto hacer de Anastasiya una estrella.

Sin embargo, la joven se veía una más entre millones de rusas que intentaban destacar en esta disciplina, hasta que la admitieron en Novogorsk, un centro de alto rendimiento en Moscú.

Doce horas de entrenamiento, todos los días del año, sin excepción. Constancia, sacrificio y responsabilidad forjaron en Anastasiya una especial unión con sus compañeras de equipo.

Con el tiempo se dio cuenta de que había nacido para la gimnasia rítmica, adentrándose en ejercicios cada vez más difíciles. Pero la inexpresividad del comunismo le obligaba a celebrar sin una sonrisa los triunfos, sin una lágrima los fracasos.

Su vida la marcaban los campeonatos.

Al cumplir dieciocho años había alcanzado la máxima perfección. Su última competición dio sentido a todos sus esfuerzos. Cuando la música se detuvo, para despedirse dejó su firma con un beso sobre el tapiz, expresando en un solo gesto todas las emociones de tantos años. Era una señal de agradecimiento y liberación.

Anastasiya Vólkova decidió escribir su biografía para inculcar valores de compromiso a jóvenes como su hija.