XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Un experimento con el móvil

Blanca Giménez-Cuenca, 16 años

                  Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría)  

Podríamos llevar a cabo un experimento que consistiera en lo siguiente: confiscar el móvil de forma temporal a un adolescente para comprobar, por ejemplo, cómo aumentaría su rendimiento escolar, su atención, el afán de aprender, su actividad física, el gusto por otras aficiones, etc. Porque resulta deprimente llegar a un local y observar a dos personas, en una misma mesa, que no despegan los ojos de la pantalla, sin cruzarse palabra alguna. Resulta deprimente, pero es muy común.

Esto nos lleva a que las conversaciones por whatsapp, los followers de Twitter o de Facebook cobren más importancia que una buena y enriquecedora conversación en persona.

Tal vez no sea necesario recurrir a tales extremos como anular el teléfono móvil, porque es un gran avance, pero por qué vamos a permitirle que acabe con la ilusión de encontrarnos con alguien, la incógnita de si la persona que nos gusta nos saludará o si se acercará a entablar una conversación.

También podemos recurrir a planes más tradicionales: una buena película con todas las amigas, acompañada de una buena cena. Pero no nos volvamos antiguos, tampoco está mal una fiesta de vez en cuando, conocer gente nueva y, así, sociabilizar de nuevo.

El abuso con las pantallas no sólo daña la forma de relacionarnos sino también el idioma: la forma de escribir, el lenguaje empleado, es decir, nuestro modo de comunicarnos.