XI Edición
Curso 2014 - 2015
Una dulce propuesta
Diego Minakata, 17 años
Colegio Liceo del Valle (Guadalajara, México)
Ana estaba acostada boca arriba y sentía como si tuviera hormigas paseándole por el cuerpo. Era debido al césped, que crece más rápido alrededor de los columpios <<porque se estira para alcanzar los juegos>>, se explicó en sus adentros. Se levantó con una exagerada expresión de esfuerzo. Lucía su vestido blanco con estampados de flores amarillas, con los que había confundido a más de una abeja. Comenzó a caminar hacia la salida del parque cuando escuchó una voz a sus espaldas:
-¡Qué bonita te ves hoy!
Se detuvo de inmediato. Sabía quién era el dueño de esa manera lenta de hablar, como si masticara las palabras.
-Hola Julio, pensé que no ibas a venir… ya me iba- dijo Ana.
-¿Por qué tanta prisa?
-Es que no me gusta dar malas noticias.
-¿Qué pasó?
-Es que… ya no me quiero casar contigo –le confesó apenada al mismo tiempo que miraba al suelo.
-¿Y se puede saber por qué?
-Creo que soy muy joven… Mis papás me matarían si se enteran.
-Ellos no tiene por qué enterarse.
-¿Cómo se te ocurre?... Qué cosas dices, Julio.
-Lástima, Ana. Se lo tendré que pedir a Marcela.
Un silencio incómodo surgió entre la pareja de enamorados.
Ana intuyó que la vida no es más que la suma de buenas o malas decisiones.
-Marcela, Marcela… ¿Por qué a ella?
-Bueno, si quieres se lo pido a tu hermana Susana. Si la miro con un párpado cerrado se parece mucho a ti.
-No te burles. Estoy hablando en serio.
-Quizá Susana no me diga que es muy joven para casarse conmigo.
Ambos comenzaron a caminar por el sendero del parque.
-¡Anita!… -escucharon un grito en la distancia-. ¡Vuelve, que va a oscurecer!.
Julio y Ana se despidieron. Entonces Ana echó a correr hacia la puerta del parque.
-¿Quién es ese niño con el que estabas jugando? –se interesó su madre.
-Julio, un amiguito -respondió Ana, con la sonrisa inocente de sus seis años.