XIII Edición

Curso 2016 - 2017

Alejandro Quintana

Veinte sellos

José García Neguillo, 17 años 

                   Colegio Tabladilla (Sevilla)  

—Muy buenas, Francisco.

—¡Hombre, Pedro! Qué de tiempo… Pensaba que te habías enfadado conmigo o algo así —exclamó entre risas.

—No, hombre —respondió riendo también—. La razón por la que cada vez me ves menos por aquí es que lo estoy dejando; cada vez fumo menos y estoy muy ilusionado con dejarlo del todo, la verdad.

—Me alegro muchísimo, Pedro. Yo debería empezar a planteármelo… A ver si con el año nuevo lo apuntamos como propósito.

—Deberías intentarlo. Te sentirás mucho mejor, te lo aseguro.

—Bueno, entonces ¿te puedo ayudar en algo?

—SÍ. Venía a pedirte que me dieras veinte sellos, por favor.

—Un momento, que voy a buscártelos… Aquí están. ¿Algo más?

—Nada, esto es todo.

—Perdona mi curiosidad, pero… ¿puedo preguntarte para qué necesitas veinte sellos?

—Pues mira, quiero retomar la vieja costumbre de felicitar las Navidades con un christmas.

—¿De veras? Con lo fácil que es enviar un mensaje por Whatsapp para felicitar las fiestas…

—Pero no es lo mismo, Francisco. Un mensaje te lo escribe todo el mundo, de cualquier manera. Pero este año quiero felicitar la Navidad de una forma especial; recibir una felicitación escrita de puño y letra, que no es apenas costoso para quien la envía, hace una ilusión mucho mayor que todos los mensaje de móvil. Es un detalle cariñoso y una manera particular de acordarte de otra persona durante las fiestas.

***

A Francisco, el dueño del estanco, le hizo tal ilusión recibir una postal con la felicitación navideña de su amigo Pedro que a partir de entonces, junto con cada paquete de tabaco que vendía, acompañaba un sello y la correspondiente explicación de cómo realizar una felicitación navideña en condiciones…

«Todo el mundo», pensaba, «se merece la alegría que yo me llevé».