IV Edición

Curso 2007 - 2008

Alejandro Quintana

Yo soy así

Pilar Soldado, 15 años

                 Colegio Entreolivos (Sevilla)  

La mayoría de las mujeres queremos estar siempre guapas, jóvenes, con los menores defectos físicos posibles. Para eso utilizamos cosméticos y algunas se atreven con algo más arriesgado: la cirugía estética.

Operarse para quitamos algunas arruguillas que sobran o unas manchas en la piel no es malo. De todas formas nuestro aspecto original no cambia, y eso es lo importante. Lo que sí me parece alarmante es la cantidad de personas que no se aceptan a sí mismas y pretenden reformarse el cuerpo entero. Y la culpa de todo esto la tiene la publicidad y los medios de comunicación, que están continuamente lanzándonos mensajes diciendo que sin un cuerpo bonito no se va a ningún lado.

De la gran mayoría de mujeres famosas que son alagadas por su belleza, sólo una o dos son el cien por cien bellas por naturaleza. Las demás se lo deben a la cirugía. ¿Para qué les sirve tanta belleza?¿Para salir en un película? En una serie, la protagonista era un chica guapísima que le preguntó a su novio por qué la quería. Él le respondió que porque era muy guapa y que sus amigos pensaban lo mismo de ella. La chica se quedó sorprendida y volvió a preguntarle: “¿y qué pasa con mi inteligencia, con mi forma de ser?”. El chico se quedó callado, sin saber qué decir. Al final la chica se fue, entristecida, pensando cómo había podido entregarse a alguien a quien sólo le importaba su físico.

Hace tiempo escuché de un cirujano que recibía pacientes totalmente disgustadas con su cuerpo. Tras atenderlas, les aconsejaba que fueran a un psicólogo para aprender a aceptarse. Está claro que por lucir una nariz y unos labios más bonitos o unos pechos más grandes, no vamos a ser más felices. La felicidad sólo reside en el amor. Si somos queridas es porque a los demás les interesa nuestro interior.

En un regalo lo de menos es el envoltorio. La sorpresa nos la llevamos con el contenido.