IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

Afán de conocimiento

Carlos Montes-Avila, 16 años

                Cardenal Spínola (Barcelona)  

A la gente de mi edad no le suele gustar el estudio. En general, sentimos un repelús hacia el aprendizaje, una especie de alergia hacia los nuevos conocimientos. Sólo hay que ver el ánimo que presentan algunos los días anteriores al comienzo del nuevo curso.

Sin embargo, me llama la atención el gusto que tenemos por los llamados “juegos de preguntas”. Ya seamos buenos, malos o mediocres estudiantes, ¿quién se resiste ha echar una partidita al Buzz, al Preguntón o al Trivial? Disfrutamos aprendiendo Historia, Ciencia, Arte y Literatura, lo mismo que en la escuela aborrecemos. Y nos enorgullece acertar cuantas más preguntas mejor. Entonces, si sabemos tanto, ¿por qué hay tanto fracaso escolar?

El problema radica en considerar el estudio como una obligación, en vez de verlo como una oportunidad de penetrar en el extraordinario mundo del saber. El hombre es un ser curioso y lo importante es que nunca de dejarse de formularse preguntas. En nuestro proceso de formación nunca hay que relegar el anhelo por cultivarse.

Como reza el refrán popular, <<el saber no ocupa lugar>>. Hay que valorar la oportunidad que se nos otorga cada mañana cuando llegamos a clase: es hora de aprender y aumentar nuestros conocimientos, oportunidad que no tienen, por cierto, muchos chicos de nuestra edad en los países pobres.

El fracaso escolar (¡uno de cada tres jóvenes españoles deja sus estudios, sin acabar la Secundaria!) es fruto de la falta de motivación, de la dispersión de nuestro afán por conocer y, sobretodo, del poco valor que le damos al regalo que se nos brinda al poder estudiar.