XIX Edición

Curso 2022 - 2023

Alejandro Quintana

Bloqueo creativo 

Ángel Murcia Gordón, 15 años

Colegio Altair (Sevilla)

Era un viernes cualquiera de una semana cualquiera de un año cualquiera. Por la tarde, nuestro protagonista decidió retomar una de sus pasiones: la escritura. Hacía tiempo que no escribía, y se sentía algo oxidado, pero eso no le quitó las ganas de retarse. Preparó todo el material, poniendo la casa patas arriba en el proceso. 

Cuando lo tuvo todo listo, despejó la mesa de la cocina, en donde plantó todas sus cosas. Después cerró la puerta y escogió una sinfonía orquestal, que de la misma sonó en su teléfono móvil. De su mochila sacó dos cuadernos: uno grande, donde hacia sus borradores, y otro pequeño, en el que tenía anotadas sus ideas, desde aquellas que cazaba al vuelo hasta las más elaboradas. 

Puso la libreta grande frente a él, abriéndola por una hoja virgen. Después revisó algunas páginas de la más pequeña, hasta que dio con la anotación indicada, aquella en la que llevaba pensando desde hacía horas.

Agarró el lápiz, con la intención de desarrollar aquel loco esbozo en el cuaderno grande, pero antes de manchar aquel lienzo con la mina, se cuestionó cómo quería retratar lo que le bullía en su interior.

<<Esta imagen es muy difícil de expresar… Esta otra me gusta, pero no sabría cómo ni cuándo darle un final… Esta parece más lógica, pero se me queda corta...>>.

Sabía por lo que estaba pasando: un nuevo bloqueo creativo. Su musa, después de susurrarle el esbozo, le había abandonado a su suerte. 

Frustrado, varias veces estuvo a punto de gritarle al lápiz, aunque este no tuviese la culpa de nada. Apagó la música para recapacitar, y por un instante se le pasó por la cabeza tirar la toalla, recogerlo todo e irse a su cuarto a jugar con la consola. Más, como si se tratase de un milagro, le vino un chispazo:

<<¿Y si describo este bloqueo creativo? ¿Y si cuento que mi única posibilidad de escribir algo es hacerlo sobre este obstáculo insalvable? Narraré en tercera persona. Aunque sea una idea descabellada, me apetece. ¡Vamos a por ello!>>.

De este modo volvió a agarrar el lápiz, está vez con fe, y dibujó las primeras palabras: 

"Era un viernes cualquiera de una semana cualquiera de un año cualquiera..."