XIX Edición
Curso 2022 - 2023
Cuando oscurecemos
las estrellas
Mar Dolz, 16 años
Colegio Iale (Valencia)
Recuerdo que tenía ocho años y que era de noche. Mis amigos de campamento se habían sentado en círculo para realizar un juego. Yo, sin embargo, estaba tumbada en la hierba. Sobre mí brillaba una maravillosa cortina de estrellas. En ese momento me di cuenta de lo importante que es admirar la Naturaleza. Y empecé a cuidarla.
Últimamente me fijo en el despilfarro energético que tenemos en casa. Me parece una bomba de relojería el sinfín de enchufes con la que atrapamos la corriente a todas horas, así como la costumbre de tener prendidas las luces tanto de día como de noche.
Deberíamos recapacitar en lo importante que es alzar los ojos y observar a nuestro alrededor, pues vivimos tan ensimismados con las nuevas y adictivas tecnologías, que preferimos seguir a un desconocido en una red social que seguir el camino de las estrellas. Calificamos a la noche como “oscura”, pero no hacemos nada para que siga siéndolo. El cielo podría tener una intensidad azabache más intensa, pero con la contaminación lumínica lo hemos aclarado, dificultando así la visión del firmamento y, por tanto, el trabajo de miles de astrónomos.
El exceso en el uso de la energía luminosa es un problema para el medio ambiente, así como para el ser humano, ya que altera los ciclos en el sueño, lo que puede causar diversos problemas para nuestra salud. También es dañino para los animales, que sufren la alteración de sus ciclos naturales y se desorientan. Además, el despilfarro energético acelera el cambio climático, ya que se precisa del consumo de mucho dióxido de carbono para generar estas cantidades inmensas de energía, que en gran parte se desperdicia debido a los vatios innecesarios o infrautilizados.
La solución no es dejar de usar la luz eléctrica, por supuesto, sino emplear la justa y necesaria para ser capaces de realizar nuestras actividades. Está en nuestra mano cambiar los hábitos para volver a disfrutar de la bóveda repleta de astros.