XIX Edición

Curso 2022 - 2023

Alejandro Quintana

Eclipses 

Carmen Nasr, 14 años

Colegio Peñalvento (Madrid)

El Sol se enamoró de la Luna en el primer instante que la vio. Le pareció el satélite más bonito de la Vía Láctea, así que dedicó milenios a tratar de conquistarla. Pero la Luna se resistía, pues ella era consciente de que si aceptaba el compromiso, el astro estallaría por la emoción, lo que causaría el fin de la Galaxia.

El Sol le pidió ayuda al viento, que había enamorado a las estaciones, pero este se negó a ayudarlo. Entonces acudió a las constelaciones, pues eran responsables de que se hubieran enamorado las estrellas, pero rechazaron la ayuda que les pedía el Sol.

Se echó a llorar, provocándose más explosiones que de común. La Luna, preocupada, fue a hablar con él, a sabiendas de que podía morirse a causa de la radiación. Cuando llegó a su lado y le vio desconsolado, se sentó a su lado con intención de confortarle. El Sol, al darse cuenta de aquella inesperada oportunidad, le confesó su amor:

–Llevo desde los albores del tiempo viéndote cómo sales cuando yo me escondo, y como te metes cuando yo amanezco, sin atreverme a decirte que te adoro. Si supieras a cuántos elementos les he pedido que me ayuden a conquistarte…

La Luna lo abrazó, a sabiendas de que podría fallecer en el intento.

¬–Cásate conmigo; seamos felices juntos –le propuso el astro. 

La Luna, impactada, no supo reaccionar cuando el Sol la besó. Aquel beso no le quemó sino que le hizo sentir un gratificante calor en los labios y en su interior. Pero al separarse, la Luna le dijo lo más doloroso que haya escuchado el universo: 

–Aunque también te amo, nuestro sueño es imposible. Si tú y yo nos uniéramos, moriría el universo.

El Sol se quedó mirando a la nada. Pensaba y pensaba en una posible solución.

–Al menos, déjame que te proponga un baile –le dijo–. Un baile y un beso cada año.

La Luna aprobó la propuesta.

–Pues empecemos en este mismo momento –le propuso, encarnándose su pálido rostro.

No sabían que cuando bailaban y se besaban, creaban un eclipse. Si la iniciativa la tomaba el Sol, el eclipse era solar; si la tomaba la luna, lo que era menos frecuente, el eclipse era lunar.