XIX Edición
Curso 2022 - 2023
El destino de un
estudiante de bachillerato
Nataly Ruz, 19 años
Colegio Stella Maris, la Gavia (Madrid)
Estoy en Segundo de Bachillerato, el curso más difícil para la mayoría de los estudiantes, y no sabría decir exactamente las veces que me han mencionado el examen de la EVAU desde el mes de septiembre, lo que hace que me cuestione ciertas cosas.
Hay que tener en cuenta que a los estudiantes se nos presenta un mundo incierto. Recibimos presiones de nuestros padres y profesores para que estudiemos, lo que nos permitirá conseguir la calificación media exigida para entrar en la facultad que elijamos. Parece que, de pronto, todo es grave y urgente, que nuestra vida depende de una décima más. Pero cuando nos detenemos a hablar con ellos, nos reconocen que no se sintieron tan presionados como nosotros, pues se sentían motivados por sus ganas de aprender, de mejorar, lo que colocaban muy por encima de alcanzar el éxito.
Quizás también nosotros tengamos que encontrar ese ímpetu que nos motive para dejar de sentirnos tan presionados. Quizás no es tan importante tener definido nuestro futuro. Quizás deberíamos dejarnos llevar para descubrir qué nos tiene preparado el destino.
Deberíamos plantearnos si ciertas personas que pertenecen a diferentes ámbitos profesionales, como un profesor de Universidad, un médico, un abogado o un directivo de empresa, ocupan su lugar de trabajo porque ya desde adolescentes sabían qué iban a hacer con su vida, o si ha sido por una suma de casualidades. Muchos de los adultos con los que he hablado, coinciden en que llegaron a desempeñar su oficio al encontrarse con un amigo que les marcó el rumbo; o porque no les alcanzó la nota exigida para lo que querían estudiar y acabaron eligiendo otras disciplinas que les han permitido llevar una existencia feliz; o que algo pasó que los dirigió a un campo diferente al que se habían preparado, y ahora disfrutan del trabajo que hacen. Como hay muchos casos así, debemos tener fe y confianza en nosotros mismos.
Los adolescentes tendríamos que aprender a desarrollar la conciencia de que el futuro se escribe día a día, de que hay que comprender el mundo desde una perspectiva en la que no haya presiones, para disfrutar de cada momento.