XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

El hombre de la armónica

María Artacho, 15 años

                  Colegio La Vall (Barcelona)    

Llegué con tiempo a la estación de ferrocarril, para regresar a mi casa. Me senté y saqué un libro. Mientras leía, me fijé en que entre los pasajeros había un hombre de aspecto desaliñado que llevaba una pequeña bolsa. Alguna gente se separaba de él con cierta precaución.

Cuando llegó el tren, unos minutos más tarde, me senté y proseguí la lectura. Entonces me sorprendió una suave melodía que me hizo levantar la vista. El hombre del andén había sacado una harmónica y había comenzado a tocar. Era una música preciosa.

<<Lo hace muy bien>>, pensé.

Yo era la única pasajera que había interrumpido mis quehaceres para escucharlo. Me entristecí al pensar cuál podría ser la situación que le había llevado a tocar en un tren.

Debe de ser muy duro ganarse la vida de esa manera, poniendo un don –en su caso, interpretar música- al servicio de un público que parece no apreciarlo.

Seguí observándole hasta que acabó de tocar. Para mi sorpresa, tres o cuatro espectadores le aplaudieron. Yo también. Lo agradeció inclinando la cabeza, antes de empezar a pasar la bolsa de la armónica por el pasillo. Cuando llegó a mi lado, me asombró verle sonreír.

Yo hice lo mismo. Además, le di una moneda y seguí con mi lectura.