XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

El narrador

Soraya Casanova, 15 años

                  Colegio Puertapalma (Badajoz)    

Nadie acertaba a ponerle edad. Parecía viejo, pero sus ojos aún no habían perdido esa chispa infantil que brillaba con curiosidad y le daba fuerzas para ir, de un lado a otro, con una alforja cada vez más llena de historias.

Nadie sabía dónde vivía. Ni siquiera podían decir de dónde venía o cuándo tenía previsto marcharse, y si se lo hubieran preguntado, hubiera respondido con evasivas. Nunca se involucraba porque las historias debían seguir su curso, lección que había aprendido tiempo atrás, cuando el mundo, al igual que él mismo, era joven y el peso de sus relatos mucho más liviano.

Había visto de todo y conocido a infinidad de gente. Sin embargo, por primera vez en siglos se sentía solo. Lejos quedaban los días en los que las palabras que brotaban de su mente eran suficiente compañía para él. De pronto el Narrador se sentía insatisfecho con su obra, pues su insaciable curiosidad se había apaciguado.

Entonces decidió contar su propia historia, iniciada en la penumbra de los años. En el momento que comenzó a escribir, las historias venían —unas detrás de otras— a sus dedos. Eran relatos de misterio, amor, pérdida… Trabajó sin descanso, sin darse cuenta de que con cada trazo de la pluma su cuerpo se consumía, al tiempo que el peso de su fardo se descargaba. Hasta que puso el punto y final a la mayor historia jamás contada.

El Narrador por fin descansó.

Nadie lo conocía. Nadie iba a extrañarle. No era más que una sombra esquiva entre una marea de personas. Pero sus historias seguirían leyéndose por aquellos que se atrevieran a soñar.