XIX Edición
Curso 2022 - 2023
El niño que fuimos
Sheila Navarro Pérez (16 años)
Colegio Iale
De niños nos consume el deseo de ser como esos adolescentes aparentemente felices, divertidos y sin preocupaciones que vemos desde lejos en el colegio. De repente, un día te miras en el espejo y te das cuenta que ya te has convertido en uno de ellos sin darte cuenta.
Al llegar a esta nueva etapa, he descubierto que el mundo ideal que imaginaba es, en buena medida, una apariencia, pues es en la adolescencia cuando nos aparecen los problemas. Por eso echo de menos la inocencia con la que vivía cuando mi padre me llevaba a jugar al parque o mi madre me contaba un cuento antes de irme a dormir. A veces tengo ganas de volver a ser aquella niña que entonces no quería ser. Me viene a la memoria la personita feliz que fui y que llevaba una sonrisa tatuada y tenía miles de sueños y fantasías por cumplir. Entonces cada día era una nueva aventura, en la que contagiaba mis sonrisas, y al llegar a la noche me acostaba feliz, con una conciencia bien tranquila.
Sin embargo, he decidido que en vez de mirar hacia atrás, voy a traer a aquella niñas al presente. No quiero perder la capacidad de asombro que tenía, la felicidad ante las cosas pequeñas (cuando disfrutaba de un helado de chocolate caminando junto al mar). Me he decidido a tomar la mano de mi padre para volver juntos al parque, a deslizarnos por el tobogán rojo que tantas risas nos provocaba. Y le pediré a mi madre que rescate aquella historia que me narraba antes de dormir y que nos sabemos de memoria.
Dejemos de esconder la inocencia que guardamos hace tanto tiempo, para sacarla y volver a sentir al niño que echamos de menos. Crecer no tiene por qué implicar renunciar a la alegría ante el milagro que supone estar vivos.