IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

El origen de un amanecer

Lirios de Fátima Cantó, 14 años

                 Colegio Altozano (Alicante)  

Había una vez tres estrellas que eran muy, muy amigas. Pasaban el tiempo juntas: reían, cantaban, bailaban…, lo que era muy llamativo, pues dos de aquellos luceros no se parecían en nada el uno al otro. La otra estrella era un poco más grande y brillante. Desde pequeñita, cargó con el título de “Estrella especial”.

Poco a poco, estas amigas colgadas del universo fueron creciendo, pasaron de la niñez a la adolescencia. Un día que estaban reunidas las dos estrellas comunes en el parque, sin “Estrella especial”, conocieron a una estrellita que les llamó mucho la atención, pues se mostraba amable y cariñosa…, aunque en realidad era todo lo contrario.

Muy pronto, una de las dos estrellas, llamada Antigua, se hizo muy amiga de la nueva. Las dos comenzaron a criticar a la “Estrella especial”. Después, Existente, el otro astro se unió a las criticonas. Dejaron de ir con ella porque les parecía aburrida y extraña más que especial. Así pues, le otorgaron el nombre de “Rara”.

Las cuatro estrellas siguieron creciendo: la nueva, Antigua y Existente se distanciaron mucho de “Estrella especial”.

Dejaron de saber acerca de su antigua compañera, hasta que una mañana, al despertarse, vieron un brillante y potente foco de luz que provenía de más allá de la galaxia donde vivían. Muchas otras estrellas miraban a lo alto y decidieron unirse a ellas. Cuando llegaron, descubrieron que aquel foco de luz era una estrella que había llevado la vida a un planeta diminuto llamado Tierra.

Existente se fue en busca de “Estrella especial”. Entonces descubrió que había llegado a ser la más grande de todas las estrellas y que ahora le llamaban Sol. En ese momento se sintió muy mal, se despidió de sus amigas Antigua y la nueva, pidió perdón a “Estrella especial” y decidió deshacerse en pequeñas partículas hasta formar un cometa, el cometa Halley que gira en torno al Sol.