XIX Edición

Curso 2022 - 2023

Alejandro Quintana

El sueño de Julia 

Paula Moreno, 17 años

Colegio Montesclaros (Madrid)

Se llamaba Julia. El nombre lo había heredado de su abuela. Siempre había considerado que existía un gran contraste entre su significado (“Llena de juventud”) y su abuela, pues las fotos que recogían imágenes de ella durante su adolescencia, no reflejaban aquella definición.

Julia tenía pocos recuerdos de su abuela, pues murió cuando ella tenía sólo siete años. Sin embargo, le quedó la impresión de que aquella muerte se había llevado algo importante para ambas. Entre otras cosas, Julia tampoco se sentía llena de juventud, especialmente desde que recibió el  diagnóstico de una leucemia. Desde entonces no sabía qué sentir. Prefería no sentir nada.

Los primeros síntomas llegaron cuatro años después del fallecimiento de la abuela Julia: moretones, hinchazones, dolor en las articulaciones… Desde la aparición de los síntomas, Julia tuvo un mismo sueño todas las noches: se encontraba sola, en un lugar oscuro y frío, donde escuchaba una voz que le pedía que volviese con ella. Julia se despertaba asustada, pues creía que existía una conexión que la unía a la pesadilla.

Sus padres estuvieron a su lado durante todo el tratamiento, pero Julia nunca les habló acerca del sueño.

Al principio recibía visitas de amigos, compañeros de clase, vecinos… Pero con el tiempo fueron espaciando sus encuentros, hasta que dejaron de acudir. Sólo sus padres y sus amigos más cercanos permanecieron a su lado. A Julia la soledad no le importaba, pues aquel sueño era su única obsesión. Desentrañar su significado le otorgaba un propósito real y asequible.

Una noche, cuando los doctores le habían dejado claro cómo iba a ser su final, Julia volvió a soñar con vivacidad, aunque algo había cambiado: la voz se fue amplificando hasta materializarse en la figura de su abuela, quien le anunció feliz: 

–Te he echado mucho de menos, pero ha llegado el momento de que volvamos a estar juntas.

Sin pensárselo, Julia se aferró a la mano que le ofrecía la anciana, e inmediatamente  percibió que su vacío se llenaba por completo.

***

El médico abandonó la sala donde acababa de dar la triste noticia a los padres de Julia, y se dirigió a su despacho para realizar los trámites necesarios. A pesar del terrible suceso, un pensamiento le rondaba la cabeza :

<<El rostro de la niña revela una paz que nunca manifestó mientras estuvo con nosotros>>.