IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

Érase una vez

Isabel Rodríguez Maisterra, 17 años

                 Colegio Montealto (Madrid)  

Érase una vez un mundo globalizado, el mundo en el que vivimos, donde nuestra joven generación domina -al menos- dos idiomas, ha viajado al extranjero y está al día de todo lo que pasa en el planeta gracias a internet. En este mundo nuestro de cada día, en el que las fronteras apenas existen, en el que las distancias son cada vez más cortas y la diversidad (origen, raza, cultura y religión) se respira en las grandes ciudades…, hay todavía personas que tienen calada hasta las cejas la boina de sus pequeñeces.

Es el caso de Cataluña, en la que los gobernantes han impuesto, sin respeto a los derechos y libertades de los ciudadanos, la primacía de un idioma y un sentimiento nacionalista propio del siglo XIX.

Mientras en el resto de España muchos colegios son bilingües (español e inglés), y en muchos otros crece el número de estudiantes de alemán y chino, en Cataluña está prácticamente erradicado el aprendizaje de la Lengua castellana (que, por cierto, es el segundo idioma más hablado del mundo). El catalán (que sólo se habla en esa región), ha sido elevado a la categoría de única lengua, al menos en la práctica. Esa imposición vulnera los derechos de los españoles que viven allí, muchos de los cuales se han visto obligados a abandonar la tierra que les vio nacer y a la que aman, tierra que por decisión gubernamental ahora les es hostil.

España es una nación pluricultural, y en ello está nuestra riqueza. Según nos movemos por nuestro mapa, encontramos el flamenco o la jota; el cocido o las variadísimas formar de preparar el bacalao; la sidra o el vino de Rioja o el de Jerez; el Alcázar de Segovia o la Alhambra de Granada. Cada región tiene sus particularidades, particularidades que unidas forman ese espíritu de nación que llevó a nuestros antepasados a lanzarse a la Reconquista, a unir todos los reinos de la Península, a forjar un grandísimo Imperio de ultramar… Reyes, líderes populares, hombres y mujeres lucharon durante los siglos porque creían en España como proyecto común. Por eso, aunque traten de rescribir la Historia, los nacionalistas catalanes no podrán negar que todos los españoles (¡ellos también!) compartimos unas raíces, una cultura y un pasado que los alumnos tienen derecho a conocer.

Es una pena que ese sentimiento excluyente les esté ganando la enemistad del resto del país. Si consiguieran la independencia, se aislarían del mundo. No sólo España les daría la espalda, también Europa, y acabarían por convertirse en una burbuja autosuficiente. ¿De verdad les interesa ser una pequeñísima nación al margen de las oportunidades de un planeta sin fronteras?