XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

Estudiar y vivir

Concha Moreno, 17 años

                 Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría)    

El estrés que genera cursar segundo de Bachillerato puede hacer que perdamos el norte, que olvidemos lo importante en la vida. Los continuos exámenes, unidos al deseo de obtener buenos resultados, nos obligan a pasar las tardes encerrados en nuestra habitación. Sin embargo, los estudios no lo son todo: el día tiene veinticuatro horas y debemos gestionarlas para exprimirlas al máximo. Por eso hay tiempo para ir al colegio, para hacer las tareas y para estudiar, pero sin dejar de lado la necesidad de disfrutar con todo lo que hacemos.

Muchas veces se nos olvida que la vida es un regalo con fecha de caducidad. Tenemos el hoy, no el mañana. Y el hoy es lo único que podemos disfrutar. Se disfruta de una charla con tu abuela acerca de las innumerables anécdotas de su vida; de la mirada de complicidad entre tus padres; de hacer el tonto, durante un rato, con tus amigas; de una partida de cartas entre primos; del sol, el mar, la playa; de un beso de buenas noches de tu padre; de un abrazo de tu hermano…

La vida es corta pero nos ofrece tiempo para todo. Especialmente, para lo más importante, de tal modo que si descubres llorando a uno de tus amigos, qué menos que consolarle, aunque tengas que estudiar un poco más tarde. Lo mismo si uno de tus hermanos está enfermo, ya que habrá que cuidarle. Y si tienes la dicha de tener un hermano pequeño, y cuando vas a comenzar la tarea se encuentra saltando feliz sobre la cama, nada como ponerse a saltar con él.

Los meses de estudio pasarán y olvidaremos un buen porcentaje de cada asignatura. Sin embargo, no deberíamos prescindir de una charla con nuestra madre, o de cenar fuera con la familia. A fin de cuentas, por muy cerca que estén los exámenes, no podemos dejar de vivir.