IX Edición
Curso 2012 - 2013
¿Fallan ellos o nosotros?
Anna Hohnrath, 16 años
Colegio Iale (Valencia)
Las tecnologías han ido evolucionando a lo largo de la Historia, de modo sorprendente en las últimas décadas. Es innegable que las relacionadas con la comunicación suponen un gran avance, pues nos facilitan la vida, especialmente ahora, cuando nadie parece disponer de tiempo. Así que, de entre todos ellos, los que nos permiten vivir conectados los unos con los otros son mis preferidos.
Mi generación ha nacido con esa tecnología en la mano, por lo que en un abrir y cerrar de ojos nos hacemos con cualquier modificación de programas informáticos, así como con los nuevos aparatos que llegan al mercado. No ocurre lo mismo con los adultos, que deben hacer un gran esfuerzo para no quedarse atrás. Y esa diferencia cultural –el que hablemos lenguajes tecnológicos distintos- provoca ciertas dificultades a la hora de entendernos.
Consideramos que cuando nuestros padres, tíos e –incluso- algún que otro abuelo se nos dirige por teléfono del tipo Android, BlackBerry o iPhone, lo hacen de una forma antipática. Incluso llegamos al extremo de creer que están enfadados. Lo cierto es que nos equivocamos. Como adolescente, afirmo que somos muchos a los que nos saca de quicio escoger el icono de algún familiar para enviarle un largo mensaje, ya que después aguardamos inquietos a que nos respondan con un texto elaborado, llamativo. Muy al contrario, la respuesta siempre acaba siendo concisa y sosa.
Ante algunas expresiones como el universal <<O.K.>>, con el que nos suelen responder, nos sentimos molestos porque nos suenan a desprecio, por más que su significado formal equivale a un <<vale, de acuerdo>>…, algo que no detectamos dentro de ese mundo “chatero”. No nos damos cuenta de que este tipo de respuestas no son formas bruscas de tratarnos, sino simples abreviaturas para quien no se ha familiarizado con el aparato de marras. Además, ¿qué pensarán ellos de nuestra terrible expresión escrita a través de este tipo de medios?