XIX Edición
Curso 2022 - 2023
Fallera
Blancar Arner, 16 años
Colegio IALE (Valencia)
Qué feliz me sentí al formar parte de una falla. Por fin se cumplía uno de mis sueños, de los sueños de la mayoría de las chicas valencianas: ser fallera de una falla. Sabía que aquello iba a comprometerme a lo largo de todo el año, que tendría que destinarle mucho tiempo, que iba a obligarme a aparcar otras diversiones e intereses, pero estaba segura de que merecía la pena.
No es fácil transmitir qué es la fiesta de las Fallas ni en qué consiste el papel de fallera, más allá de la tópica explicación de una guía turística.
<<Eso no es una fiesta>>, me dicen algunos de mis amigos que viven fuera de Valencia. <<No sé cómo soportáis tanto ruido>>, me sueltan otros. <<Pero, ¿qué sentido tiene pasarse un año entero construyendo una escultura maravillosa para hacer que arda en apenas unos minutos >>, se sorprenden. <<Y esos vestidos, y esos peinados…>>, se revuelven al ver mis fotografías, <<¡Si pareces una Menina!>>.
Aunque la gente no lo crea, las Fallas son una forma de vida, una pasión que los valencianos llevamos con nosotros desde que somos pequeños. Puede que para muchos sea una fiesta popular más de las miles que hay en España. Sin embargo, son incontables las personas que trabajan diariamente para que sea posible su celebración y todos puedan disfrutarlas de la mejor manera posible.
Las Fallas comienzan con la cridà. En ese momento, las mujeres ya lucimos el más bonito de todos los trajes regionales, pues somos falleras. ¡Qué honor! Esa es la razón del peinado: una raya al medio, la gomina, los postizos en cada sien y los adornos. A partir de entonces comienzan los actos festivos, en una carrera frenética para que no se nos escape un solo detalle.
Es la semana más importante, la que llevamos esperando desde hace trescientos sesenta y cinco días, por más que solo se extienda durante cinco días. Llega la falla a la plaza, con sus formas sorprendentes, divertidas, bellísimas, y se me pone la piel de gallina. Cada pieza de cartón y escayola es única e irrepetible, repleta de detalles que han sido trabajados en los mejores talleres de artistas falleros para que Valencia y el mundo pueda disfrutarla.
Durante las Fallas recogemos premios que reconocen el esfuerzo de la comisión a la que pertenecemos. Y retumban las mascletàs, una lluvia de petardos. Y los pasacalles llenan la ciudad de música, desfilando entre la multitud.
En la recta final, las falleras nos presentamos a nuestra Virgen de los Desamparados, instantes en los que entramos a la plaza de la catedral entre lágrimas. Allí le hacemos ofrenda de nuestras flores, en agradecimiento por el cariño con el que nos cuida.
Entonces sí, la fiesta se acaba con el prendimiento de la falla. Habrá que volver a esperar otro año más para regresar a nuestra querida plaza de los sueños, en donde lucirá una obra nueva, todavía más sorprendente.
¡Qué agradecida me siento de ser valenciana!