IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

Gastroenteritis e inspiración 
Almudena Molina, 16 años

                 Colegio Senara (Madrid)  

Llevo dos días con gastroenteritis. No han sido los mejores días de mi vida, pero estar enferma me ha dado mucho que pensar...

Siempre que estoy mala, me paso el día en casa de mis abuelos. Tumbada en el sillón del salón, me acordé de la cajita de música de mi abuela, aquella a la que yo daba cuerda cuando era pequeña. Me he preguntado si podría escribir un relato sobre una caja de música. Y sí, ese pequeño objeto ha sido el motivo de inspiración para mi último escrito.

A menudo me pregunto dónde se esconde la inspiración, cómo es posible que un pintor logre plasmar las inquietudes de su alma sobre el lienzo, o qué es lo que reflejan las notas musicales en una partitura, o por qué a veces me cuesta tanto escribir cuando otras mi pluma vuela sobre el papel. Es decir, ¿dónde debo salir al encuentro de la inspiración? ¿Acaso está en la luna llena, en los tejados de Madrid desde la azotea del Círculo de Bellas Artes, en una piruleta, en un abrazo, en un concierto, en un mago del parque del Retiro, en un niño, en una marioneta…?

<<Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando>>, dijo Picasso, pero yo no le creo. Un pintor no consigue plasmar al azar una obra maestra, ni un músico compone una sinfonía mediante un <<me suenan bien estos acordes>>. La inspiración va más allá de lo común. Es más: aquel que la encuentra convierte el objeto más cotidiano, la situación más rutinaria, en arte. Lo que para el resto de personas es insignificante, para él es grande, y nos lo regala.

Creo que la inspiración trata de ver más allá de lo que aparentemente se ve, convertir una aburrida luna -que todas las noches aparece- en fantasía. Es como jugar con todos los elementos del mundo.

Muchas personas dicen que no encuentran la inspiración, que nunca la van a tener. Pero no se trata de una cuestión de tener o no tener, de encontrar o no encontrar, sino de contemplar lo que nos rodea con otros ojos, que magnifiquen lo insignificante. Solamente fijándose en las pequeñeces que le rodean, un músico logra componer los acordes de un ballet, un escritor dar vida a los personajes de una novela y un pintor unir formas y colores.