XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

Inspiración

Carla Torregrosa, 14 años

                 Colegio Canigó, Barcelona    

Estaba sentado frente a la ventana, con la mirada fija en una hoja en blanco. Su gesto revelaba la frustración que sentía. A fin de cuentas, antes de comenzar su sesión de escritura se había sentido animado. Sin embargo, toda la inspiración parecía haber sido absorbida por aquella blancura desafiante. Se restregó los ojos, como si intentase despertarla, pero no funcionó. Levantó la vista, enfadado, y contempló el paisaje a través del cristal.

Por desgracia, la pared de ladrillos que se alzaba frente a su casa no colaboró en el encuentro con la musa. Al contrario, pareció absorberle la atención aún más que la hoja de papel. Se rindió durante un segundo, disponiéndose a abandonar la habitación, pero esa tozudez que tantas veces le había causado castigos durante su infancia, se lo impidió.

Siguió sentado, la estilográfica apretada con fuerza, mientras pasaban silenciosamente los minutos. De pronto se dio cuenta de que tenía los dedos manchados de azul: debía de haber apretado el plumín con tanta fuerza que se había reventado el cartucho de tinta, que salpicó la hoja. Enfurecido, se puso en pie para limpiar aquel desastre. Recargó la pluma y, sin más, volvió a encontrarse frente al folio.

Buscó algún recuerdo en su memoria que pudiese ayudarle a crear una historia. Pero no fue hasta que sus pensamientos dejaron de revolotear cuando sucedió algo. No, la estilográfica no se había vuelto a romper… Lo que realmente pasó fue que una idea llenó su mente. Y empezó a escribir.