IX Edición
Curso 2012 - 2013
Jojo
Carmen Valero, 15 años
Colegio Vilavella (Valencia)
Jojo miró el mapa y decidió ir hacia la derecha.
Pasó por delante de una fuente de piedra y encontró el camino que le llevaría hasta ella. Había malas hierbas por todos lados y los insectos le pasaba por delante de vez en cuando. Caminó unos cinco minutos, hasta que la divisó allí donde acababa el camino.
No le gustaba, pero debía hacerlo; necesitaba el dinero.
Cuando llegó, se detuvo a contemplarla antes de abrir la puerta. Era la casa más grande que Jojo había visto, pero también la que en peor estado se encontraba.
Tenía sus grandes ventanales con los vidrios rotos. La maleza entraba a través de fisuras en las paredes y las telarañas colgaban de las vigas. Vio tejas desparramadas por el suelo, en las que se escondían los ratones, y reinaba una terrible pestilencia como de carne muerta.
Jojo vaciló. No sabía si entrar o no. ¿Es que no podía conseguir dinero de otra manera? Enseguida se dio cuenta de que no, y de que si no entraba su familia moriría de hambre.
Al fin alargó la mano derecha hacia el picaporte, pero en cuanto sus dedos lo tocaron, la puerta se le quebró y calló al interior de la casa. Jojo se asustó, pero no podía parecer débil, así que se irguió y levantó la cabeza entre la polvareda.
Fue entonces cuando lo vio. Le estaba esperando desde hacía mucho tiempo. Había clavado sus grandes ojos negros en él.
Aquel personaje permaneció sentado en una vieja silla de escritorio, a la que se le salía el relleno. Tenía el pelo oscuro, aunque a esas horas de la noche Jojo veía todo oscuro. Brillaban sus manazas, apoyadas en los reposabrazos. Tenía, detrás de él, un maletín.
-Lo tengo –anunció Jojo.
-Pues dámelo –respondió el hombre, alargándole el brazo.
-Primero, el dinero.
- Está bien…
El hombre se levantó y le dio a Jojo un maletín. A cambio, Jojo le entregó su mochila.
Una vez realizado el intercambio, Jojo salió de la casona y desapareció entre la oscuridad, tal y como había venido.