XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

Julieta

Alejandro Caicedo, 17 años

               Colegio Iale School (Valencia)    

Pedro Almodóvar ha vuelto, pero ya no es el mismo que vimos en la decepcionante comedia con la que intentó reconciliarse con su pasado de cine extravagante e irreverente. Con este nuevo film, "Julieta", ha logrado algo más trascendente que su pasada filmografía llena de laca y escándalos, los festivales internacionales y las críticas favorables.

“Julieta” no da un respiro a los espectadores. Durante los primeros minutos, Almodóvar consigue plantear una narración sólida y, a primera vista, típica en los dramas "almodovarianos": la presentación de los sufridos personajes, que pagan durante la duración de la película sus pecados y deslices, como si Pedro, desde su escritorio, dictara la suerte de cada uno de ellos a su antojo, como si fuese fiscal y juez, incluso, a veces, carcelero.

Pero la cinta pronto empieza a dar una serie de giros con los que consigue desmarcarse de cualquier drama antes grabado o escrito, que nos empuja a suplicarle piedad en nombre de su protagonista, una madre atormentada por su pasado repleto de errores, que intenta una y otra vez escapar de la condena que le ha sido impuesta.

Pero una gran película no se consigue solo con un buen guion y una dirección impecable, sino que necesita en la misma medida un elenco que entienda el drama de los personajes que les ha tocado interpretar y sepa llevar tanta emoción sin deteriorar su actuación, cayendo en los excesos interpretativos. Emma Suárez hace un papel estelar; Adriana Ugarte nos enseña por qué debemos considerarla una actriz de talla, como en su día demostraron Maribel Verdú (en aquella maravillosa "El año de las luces", de Fernando Trueba) o Penélope Cruz (en nuestro segundo Óscar, por "Belle époque", también de Trueba), sin quitarle protagonismo a la perfecta orquesta de secundarias que han sabido llevar la melodía de la película sin salirse del compás, como es el caso de Michelle Jenner o Rossy De Palma.

Pero, sin duda, la pieza clave del film es la emotiva banda sonora que firma, una vez más, Alberto Iglesias, con la aparición estelar de una canción de Chavela Vargas en el momento adecuado, para ponerle el broche de oro a la que, en mi opinión, será la próxima Palma de Oro en Cannes.