IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

La adolescencia

Laura Izquierdo, 15 años

                 Colegio Cardenal Spínola (Barcelona)  

Me encuentro en plena adolescencia, junto a mis amigos y compañeros de clase. Hemos entrado en la “edad del pavo” y vamos madurando poco a poco, como podemos, por más que me haya dado cuenta de que soy un individuo raro. Es decir, o bien yo he madurado antes de tiempo o la etapa que están pasando la gente de mi edad me tocará vivirla en un futuro cercano.

La mayoría de los adolescentes aprovechan los fines de semana para salir por la noche. Prefieren irse de discotecas o perder las horas en un botellón antes que estudiar o disfrutar en familia. Cuando salen con los amigos, no especifican a sus padres dónde ni con quién han quedado; ni siquiera contestan cuando les preguntan la hora a la que tienen pensado regresar a casa

Parece que muchos padres no impiden este tipo de comportamientos, o que cuando caen en la cuenta sus hijos ya están cerrando la puerta de casa... Muchos otros ponen horarios de llegada, aunque no siempre se cumplen. Y son legión los adolescentes que se quejan porque sus padres no les dejan disfrutar de la noche hasta bien entrada la madrugada.

Después de una sesión de botellón, queda un cansancio en el cuerpo que provoca que uno no pueda estudiar, hacer deberes porque no puede moverse de la cama. Además, a nuestra edad la mayoría de los profesores no revisan las tareas para casa, aunque luego pongan un aprobado en las asignaturas con un cinco raspado por la incapacidad para el esfuerzo.

Yo no suelo irme de farra. Eso sí, quedo con mis amigos, estudio y estoy con la familia. Además, tengo aficiones y me gusta organizar mi tiempo para llegar a todo. En algunas ocasiones, a pesar de mi esfuerzo las notas son similares a las de los que salen hasta la madrugada, qué le voy a hacer...

Los adolescentes sin reglas no terminan de darse cuenta de que la vida, además de una fiesta, también tiene sus dificultades, y que vencerlas nos enriquece.