IX Edición
Curso 2012 - 2013
La amistad
Carlos Montes-Avila, 16 años
Cardenal Spínola (Barcelona)
En los tiempos que corren, donde abunda el materialismo y el individualismo, deberíamos reforzar el valor de la amistad. El ser humano necesita de los demás. Prueba de ello es que vivimos en sociedad. Por eso las personas nos relacionamos y establecemos vínculos afectivos, en ellos encontramos nuestra felicidad.
Muchos pensadores, a lo largo de la Historia, han profundizado en la amistad. Benjamín Franklin, por ejemplo, decía: <<Un padre es un tesoro, un hermano es un consuelo y un amigo es ambas cosas>>. Aristóteles afirmó que sin amigos nadie querría vivir, aunque poseyera los demás bienes de la tierra, lo que viene a redundar aquel dicho popular que reza: <<quien tiene un amigo, tiene un tesoro>>.
La amistad es una manera de socialización, en la que elegimos al “otro” en completa libertad, por el que las personas encuentran lazos de unión y se ayudan mutuamente, al tiempo que comparten las alegrías, las preocupaciones y las penas.
Un amigo no es un simple compañero de clase o de trabajo. La amistad debe servir para que el otro sea mejor, lo que hará que nosotros también mejoremos. Es decir, un amigo es aquella persona con la que te entiendes y, además, te ayuda a ser mejor persona, sin exclusiones a los demás. Un amigo es aquel que permanece a tu lado en los momentos más difíciles, te consuela y te hace sentirte bien y hasta reír. Como en todas las cosas importantes, también la amistad no se valora con justicia hasta que desaparece.
La amistad consiste en dar pero también en recibir. Por otro lado, una buena amistad está repleta de valores: la generosidad, el olvido de uno mismo, la alegría, la solidaridad, la empatía…
Los amigos, en conclusión, constituyen una parte indispensable de nuestra felicidad.