IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

La belleza de cada día
Almudena Molina, 16 años

                 Colegio Senara (Madrid)  

Trescientas sesenta y cinco son las veces que el sol se despierta al año para dar comienzo a un nuevo día. Uno puede pensar que la estrella podría hacerse la remolona y no levantarse por la mañana, como todos los humanos hemos hecho alguna vez, pero no: puntual, se levanta con su velo rojizo mucho antes que nosotros para despegarnos suavemente de nuestras camas. También para recordarnos que tenemos una nueva oportunidad para luchar por nuestros ideales, que cada vida tiene un valor infinito, que en el mundo hacen falta escritores que plasmen sus ideas en el papel, pintores que nos evoquen su arte sobre el lienzo, economistas que solucionen la crisis, profesores que enseñen… ¡Hace tantas cosas el sol desde el cielo! Quizá simplemente parezca que nos mira de reojo, pero él brilla, queriendo compartir su fugacidad con nosotros para que también brillemos y podamos realizar nuestros sueños.

Los hombres tenemos una ligera tendencia a quejarnos. Pondré un ejemplo: <<Vaya asco de vida; me tengo que levantar a las seis y media para ir a trabajar en una oficina donde sólo recibiré alaridos de mi jefe, que es un histérico, y me aburriré como una ostra sin conseguir realizar ese proyecto que me iba a hacer feliz. Luego, al llegar a casa me encontraré con el infierno: estarán todos mis hijos gritando y armando barullo de un lado para otro y no me dejarán ver el fútbol…>>.

Podría realizar una lista interminable de razones para demostrar que este mundo es horrible, pero, ¿no es mejor pensar las maravillas con las que cada día nos encontramos? Nada más levantarnos, el sol ya lo ha hecho o está en proceso. Podría no hacerlo y dejarnos a oscuras, pero sale cada día, que nos espera repleto de sorpresas: una luna nueva, una sonrisa, una mirada, una piruleta, un logro, una canción, un paisaje, un beso, un saludo, un autobús en el instante preciso, una novela, un mensaje, una puesta de sol, una carcajada, un acento andaluz, un dibujo, una pregunta…

Tenemos que descubrir la belleza que el mundo esconde, camuflada entre la desgana y las malas caras. La clave se encuentra en las cosas más pequeñas y ordinarias, que hacen que cada día sea especial.