XII Edición

Curso 2015 - 2016

Alejandro Quintana

La canción

Vicent Dolz, 16 años

                 Colegio IALE (Valencia)    

Desde hace unos años utilizo el mismo reproductor mp3, en el que guardo la música que más me gusta. Entre cientos de canciones, hay una en concreto que me reservo para aquellos momentos en los que me invade la melancolía. Cuando eso sucede, me pongo los auriculares y me dejo llevar por los primeros acordes. Entonces, como por arte de magia, aparece la imagen de una chica, siempre la misma. Hace años se sentaba en el pupitre que estaba a mi costado. La música me recuerda todas las horas que compartimos, la sutileza con la que ella logró robarme el corazón.

Tenía los ojos almendrados, una melena de color chocolate y unos labios que me incitaban a besarlos. La canción me trae la emoción de aquel despertar de extraños sentimientos, maravillosos, que transformaban una simple caricia en una explosión; un susurro, en un escalofrío que me recorría el cuerpo.

No me importaba pasar las horas sentado en un sofá junto a ella. Nos mirábamos a los ojos, sin que fuesen necesarias las palabras. Después hablábamos, nos reíamos, hablábamos de nuevo…

El estribillo me dice que por aquel tiempo pensaba antes en ella que en mí, porque todo a su alrededor desaparecía, desvaneciéndose en el vacío. El estribillo insiste en la seguridad de que estábamos enamorados.

Por primera vez experimenté ese secreto del que tanto había oído hablar. Le di la bienvenida al amor, le puse una larga alfombra roja. Pero la canción también viene a recordarme la llegada del adiós, cuando la alegría se transformó en tristeza, cuando la luz se perdió en la oscuridad.

Espero que algún día ella y yo nos volvamos a encontrar, para evocar juntos aquel tiempo feliz, pues fueron, con certeza, los días más felices de mi vida.

¿Por qué la dejé marchar?... ¿Por qué decidí apagar la canción?...