IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

La droga comunicativa

Alejandro Goicoechea

                 Colegio Mulhacen (Granada)  

La comunicación es un elemento básico para la vida de cualquier ser humano. De tal modo es así, que a lo largo de los años el hombre ha intentado mejorar el sistema de comunicación para transmitir sus propios pensamientos o facilitar el intercambio de ideas. Pero hoy hemos alcanzado un grado de comunicación que podría llegar a ser peligroso.

Disponemos de miles de métodos para transmitir cualquier tipo de información, ya sea una noticia -mediante la televisión o la radio- o un problema que necesitas contarle a alguien -con los emails o el teléfono-. Pero esta facilidad para contar, ha llevado a un uso compulsivo de estos medios. Los jóvenes, por ejemplo, somos capaces de pasar noches enteras conectados con nuestros amigos, hasta dejar incluso de dormir. El móvil se ha convertido ya no en un lujo o una herramienta, ni siquiera en un objeto de uso diario, sino prácticamente en una droga para aquellas personas que no pueden separarse de él ni para ir al baño. Son aquellos que tienen una necesidad imperiosa de consultarlo cada dos por tres, los que se desesperan cuando suena y no pueden cogerlo... Si el instrumento se les rompe, su mundo se viene abajo. Podríamos hablar de “teléfono-dependientes”, gente que se desmorona si el teléfono móvil no forma parte de su cuerpo.

¿Deberíamos restringir este exceso de comunicación? Tal vez tendríamos que dejar la tecnología a un lado durante un momento, para concienciarnos de que no debemos pasarnos todo el día pegados a una máquina, a la espera de que alguien nos transmita algo. Como todo, también la comunicación es un negocio, por lo que nadie está dispuesto a dar su brazo a torcer, ni siquiera los usuarios patológicos. No nos olvidemos de que estamos en un mundo en el que -da igual cómo se consiga- lo importante es la cuenta de resultados.