IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

La dura vida del estudiante

Irene García, 16 años

                Colegio Senara (Madrid)  

Recuerdo aquellos días de mi vida, en los que simplemente tenía que resolver unas cuantas sumas y restas al llegar a casa. Después, mis deberes estaban terminados y no me quedaban más preocupaciones. ¡Quién me iba a decir que echaría de menos aquellas tardes de juegos!

Y es que la vida del estudiante es dura. Todos los jóvenes de Secundaria y Bachillerato saben de lo que estoy hablando: tenemos que madrugar, asistir al colegio de lunes a viernes para aprender un montón de asignaturas de las que nos estamos constantemente examinando. Al volver del colegio a casa, nos aguarda toda una tarde de estudio, a lo que debemos sumar la presión de las notas, que nos empuja a pasar los fines de semana y las fiestas del calendario sin tiempo para echarnos una plácida siesta.

Por otro lado, reconozcámoslo, la vida del estudiante es especial. Preguntémosle a los adultos si desearían volver a su infancia y a su adolescencia… La mayor parte de ellos nos dirán que por entonces la vida era mucho más fácil, más bonita, más dulce. Porque aunque los mayores no tengan que hacer deberes al llegar a casa, están obligados a mantener una familia, una casa, además de buscar tiempo para disfrutar de todo lo demás.

Así que la vida del estudiante no consiste sólo en estudiar. Es también la mejor etapa para disfrutar de la familia, de los buenos amigos y las vacaciones de varios meses en verano, algo que todos los adolescentes apreciamos especialmente. Por supuesto, nos toca sufrir un poco, porque sin este dulce sufrimiento del estudio, no seríamos del todo jóvenes.