IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

La fiesta de la primavera

Jaime Ruiz Quitante, 17 años

                Colegio Mulhacén (Granada)  

Como todos los años, miles de jóvenes se han reunido en Granada para celebrar la llegada de la primavera. La costumbre obliga a festejarlo con una macro fiesta en el “botellódromo” de la ciudad. Unos 20.000 jóvenes se dan cita en ese lugar, lo que ofrece una mala y equivocada imagen de la ciudad. Nosotros, que podemos presumir de muchas joyas artísticas, nos avergonzamos de que nuestra ciudad sea conocida por semejante acontecimiento.

Por otro lado -con la excusa de festejar la primavera- en esta fiesta solo hay un fin: beber hasta que el cuerpo aguante. Se ve a pandillas de jóvenes que van y vienen con carritos llenos de botellas, lo que denigra el ambiente.

Cada primavera aumentan los números de la Policía Nacional, Local y Guardia Civil para garantizar que la juerga transcurra con el menor número de incidentes, al tiempo que crece el número de ambulancias y puestos de socorro; muchos adolescentes -también menores de edad-, acaban en coma etílico por su falta de control ante un vaso de alcohol. Auque el ayuntamiento diga que se han reducido los incidentes, siguen siendo demasiados.

A partir de las doce del mediodía comienza la riada de jóvenes, la mayoría de ellos granadinos, también de otros rincones de Andalucía y de otros rincones del país. Casi todos ellos comienzan a beber a pleno sol, ocupan el “botellódromo” y las calles adyacentes: la policía corta el tráfico y se crean atascos incluso en la circunvalación de Granada.

Como los jóvenes ocupan las calles, los comercios cierran para evitar destrozos y pierden un día de venta. Por otro lado, los asistentes a la fiesta orinan y vomitan en cualquier lugar, dejando la higiene de nuestra ciudad por los suelos.

Entiendo que para los celebrantes de la primavera, este acontecimiento es una ocasión para pasar una jornada con los amigos. Muchos, además, utilizan la fiesta como excusa para no ir a clase y desahogarse, en cierto modo, del estrés acumulado durante los exámenes, lo que les anima a beber con mayor desahogo.

Lo peor de esta macro fiesta son las consecuencias que deja: robos y peleas, que suelen acabar con heridos, borracheras y toneladas de basura acumuladas por todos los rincones. Parte de Granada queda intransitable no solo durante la fiesta, sino también unos días después de ella.