XIX Edición

Curso 2022 - 2023

Alejandro Quintana

La máquina del tiempo 

Ignacio Capapé, 14 años

Colegio El prado

Los amantes de la ciencia ficción anhelamos una máquina del tiempo que nos pueda transportar al pasado, pero, salvo con algunas novelas y películas, hasta el momento nos tenemos que conformar con el Arte y los libros de Historia, así como con el testimonio de los mayores, que pueden llevarnos a viva voz hasta lo que sucedió hace dos, tres y hasta cinco generaciones. Por desgracia, los más jóvenes solemos desaprovechar estas oportunidades para viajar por el tiempo, especialmente las que nos brindan nuestros seres queridos con más edad.

Pasé un tiempo en la misma casa que mis abuelos, que me enseñaron a vivir de una manera más tranquila y despreocupada. En cuanto me sentaba con ellos a desayunar, comenzaban a relatarme anécdotas. Mi abuelo escogía aquellas relacionadas con el servicio militar, suprimido hace unos lustros, y me explicaba cómo eran las guardias, las horas de ejercicio que tenían a diario y algunos problemas que tuvo durante la llamada “mili”. En aquellos ratos –él frente a un café, yo a un Colacao–, la cocina se convertía en cuartel y mi padre, ¡cómo no! en el duro teniente.

En otras ocasiones, mi abuela me ilustraba escenas del pasado mediante historias de lo que le ocurría cotidianamente, desde accidentes caseros hasta mudanzas frustradas, pasando por la sorprendente (y, quizá, desgraciada) aparición de la televisión en su vida.

El futuro del país no solo lo formamos los jóvenes, sino también los mayores, ya que saben del pasado y son los únicos que nos pueden transmitir experiencia. Por tanto, la tan deseada máquina del tiempo está al alcance de la mano; solo hay que ofrecerle unas patatas fritas y un refresco para ponerla en funcionamiento.