IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

La partitura

Conchi García González, 14 años

                 Colegio Monaita (Granada)  

Colocó con cuidado la partitura. Llevaba días practicando delante de ella… Puso las manos suavemente sobre las teclas, explorando ese terreno que, después de varios años, le resultaba tan familiar, y empezó a tocar. Sus dedos volaban entre numerosos dientes blancos y negros, tejiendo una suave melodía.

Al llegar al estribillo de la canción, su mente se sorprendió al comprobar que había dejado de controlar sus movimientos. Las manos se le movían inconscientemente, como si fuese el corazón y no el cerebro el que llevase la batuta de su voluntad.

Cerró los ojos para disfrutar de aquella sensación. De improviso, se encontró por un bosque. Corría con el cabello ondulando al viento mientras amanecía. Le acompañaba su padre de vuelta a casa, en donde se sentó a comer palomitas junto a su amigo Rafa, con el que reía a carcajadas delante de una película…

Todas aquellas experiencias se agolparon en su pecho, provocándole unas inmensas ganas de vivir.

Se le juntaban alegría, nostalgia, melancolía, diversión, amor…

-¡Rosa! -le llamó su madre, haciendo que la música cesara de golpe-. Es la hora de comer.

Rosa abrió los ojos, aún aturdida y con los latidos de su corazón resonando en sus oídos. Se puso en pie y empezó a recoger la partitura.

-¡Ya voy! -dijo mientras cerraba el piano.

Y, sonriendo, se dirigió al comedor, decidida a que cada paso que diese formase una nota en la partitura más importante de todas, la de su vida.